martes, 27 de octubre de 2009

El matrimonio entre el infierno y el purgatorio



Irreversible (2002)



Irreversible es aquel transito común que impulsa a la humanidad. Irreversible es aquel sueño de libertad y esperanza que sigue en velo. Irreversible es lo contradictorio y aquel miedo a los tabúes. Irreversible es ese infierno urbano de lo cotidiano. Para que negarlo, Gaspar Noé es un personaje que vive ese mundo irreversible y se ríe de el. No necesita de acoplarse para recibir elogios y no necesita sumas millonarias para vender un discurso profundo e interesante. El problema, claro, es que sus películas poseen un contenido a decir, crudo, siempre tomando elementos y temáticas de una forma bastante chocante, en pos de dar un mensaje bastante interesante. Y claro, si vieron su primer corto Carne, sabrán de lo que digo. Gaspar Noé cree en la violencia explicita como anclaje, a la par de temáticas bastante perturbadoras, y incluso tomas de cámara que terminan haciendo aún más angustiante dicho clima.
Y irreversible, su obra del 2002 y tal vez su film más celebrado, podría ponerse dentro de todos aquellos puntos antes citados y un poco más.
Porque aquel comienzo nos deja en una estela de confusión y caos donde esos dos muchachos viven en una intensa búsqueda por encontrar a un tal Lombriz solitaria, el cual violo a la novia de uno de estos. Pero realmente, uno toma dicho momento, donde la tensión toma protagonismo como un foco importante que quiere generar la película entre las perspectivas de los personajes y la forma de relatar la historia de una forma tan particular que posee el director. Ya para más adelante, se esclarece mucho más las cosas, la cámara toma un flujo mucho más normal y los sucesos se vuelven muchísimo más perturbadores, con escenas que llegaron a escandalizar a más de uno (no acostumbrado a cierto tipo de cine más extremo a de decir).
Pero ciertamente hay que entender una cosa, dicho orden y secuencialidad entre los primeros minutos y más por la mitad de la película nos dan entender un estado casi surrealista, a no decir soñador, que Noe quiere que pensemos. No se trata de la manipulación y el juego que utiliza tan suspicazmente el gran David Lynch, ni mucho menos algún intento de tensión en pos de shockear deliberadamente al espectador. Aquel alud de imágenes llega para poder prepararnos para los sucesos a continuación y tal vez sea un gran don de Irreversible, el clima va escalando hasta un pico donde lo que aparenta por momentos ser inocente no lo es tanto. Pero oigan, retratar la realidad es eso, mostrar temáticas perturbadoras como algo naturales, como parte de lo más humano. Y Gaspar Noé sin duda es un embajador del cine como debe ser, sin importar tabúes ni concesiones. Pero todo cinéfilo como yo, debería entenderlo.


Trailer



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