miércoles, 30 de septiembre de 2009

Brasileños amigos de la macumba




Sepultura - Beneath the remains (1989)



Los ochentas fueron la década del thrash y no cabe la menor duda. El genero se cultivo durante esos años como el genero extremo por excelencia a la par del Hardcore hasta la irrupción de sus variantes más corrosivas. Pero ciertamente, lejos que sus epicentros se localizaban más que nada en los estados unidos y en Alemania, se cultivó una importante escena alrededor del globo. Y brasil fue un importante embajador del mismo. Y si hablamos de Brasil, hablamos de Sepultura, y como mucho de los Ratos de Porao.
Pero Sepultura fue el primer grupo del continente y que no solo trascendió el atlántico sino que llegó fuertemente al resto del globo. Claro, sus inicios con Morbid Visions y el más elaborado Schizophrenia (disco que los llevo a trascender aún más en el mercado norteamericano) los llevaron a ser una importante influencia en el underground extremo de aquel momento y no hay ninguna duda, pero Beneath The Remains llevo las cosas a un nuevo nivel. La producción a cargo de Scott Burns (un guro del metal extremo por aquel momento) y el trabajo de la banda lograron resultados más notables que las de las entregas anteriores.
Por supuesto, aqui se ubica parte del gen del thrash de bandas como Slayer, solo que la banda de los hermanos Cavalera no necesita ir a todo velocidad y no dar respiro para llegar a su objetivo. Aquí los riffs son los abanderados en este viaje. Y no digo que este disco sea necesariamente un amasijo de riffs para gusto de los huestes del genero, como lo muestra el inicio de Beneath remains donde la brutalidad es precedida por una hermosa introducción acústica o la directa Inner Self a partir del minuto 2:20.
Por su parte la banda muestra un despliegue técnico muy superior, mostrado sobre todo en la versatilidad entre los breaks y riffs de impronta más extrema como el caso de Inner Self y Mass Hypnosis. A veces la banda llega momentos donde se acercan a momentos más melódicos y técnicos que no desentonarían en el material más elaborado de Metallica, como en el riff a 3:20 del mencionado Beneath Remains o en Sarcastic Existence.
Ya para Slaves of Pain la banda baja las revoluciones y muestra que tiene dominio de los medios tiempos con soltura.
Aparece Lobotomy y vuelven a pisar el acelerador, pero ateniéndose a el plan de extremidad controlada.
Pero hay que destacar el final con Primitive future, donde la banda devuelve a la brutalidad de los inicios del disco y nos da su proclama final.
Párrafo aparte para Max Cavalera que con su gruñido semi gutural genera una conexión única con la música.
Los Sepultura ya dominaban al mundo, y tenemos aquí un buen manifiesto de Thrash en plenos años de origen del grind y el death, en tu cara para demostrarlo. Si querías riffs y brutalidad al por mayor, que te aproveche.


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Datos disco

sábado, 12 de septiembre de 2009

La vuelta más esperada


Un ballet cósmico con un Carl Sagan vestido de negro


Samael – Ceremony of opposites (1994)



Suiza no es un país que se haya especializado en grandes nombres dentro del metal, si exceptuamos claro esta a los legendarios Celtic Frost y a los Thrashers Coroner. Pero dentro de todo, Samael puede tomar un nombre dentro de los referentes importantes de esa movida.
Su sonido primigenio estuvo atado a el genero más brutal y oscuro de principios de los noventas: el Black metal. Sin embargo, luego de dos discos de música salvaje y primitiva donde abundaba la mala producción y los riffs gélidos, nuestros amigos decidieron ir a lo más profundo del cosmos y encontraron que podían trasmitir aquella brutalidad desde los más lejanos rincones del universo. De ahí, salio Ceremony of opposites de 1994, donde la banda, desde la tapa, mantiene parte de su imaginaria satánica/blasfema, pero agrega un condimento espacial en base a teclados semi sinfónicos/espaciales que nos llevan por galaxias distantes. Por su parte, la banda decide bajar igualmente las revoluciones para este disco, acoplando esa suerte de riffs oscuros, sin tanto uso de blast beats, en pos de dejar más espacio para los climas y con una producción diez veces superior a sus anteriores producciones, algo que en el momento de la salida del disco pudo haber sonado chocante para los blackers más radicales que adoraban las paupérrimas producciones de los primeros discos de pilares Noruegos de la talla de Darkthrone o Mayhem.
Temas como Black Trip o Celebration of the Earth nos sumergen en una mundo donde las atmosferas artificiales, las voces rugidas, los oscuros y negrísimos riffs y los interludios espaciales van de la mano, en una suerte de juicio final cósmico.
Pero destaco momentos como el final de Son of Earth, los climas de la demoledora Mask of the red death, aquel comienzo de chelos en Baphomeets thone o la siniestra Flagelation con ese interludio de teclado a partir del minuto 3:08.
Con esto y más, Samael se erige con una obra que nos llevara a un macrocosmos, más cercas de los gélidos fiordos que de la calidez estelar, lejos del Corpse Painting y más cerca de aquel mundo que quiso enseñarnos Stanley Kubrick. Todo lo que pido son oídos dispuestos.



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