martes, 21 de junio de 2011

Este es el principio de un final abierto

Weakling – Dead as Dream (1998)

Luego de aquel estallido que se produjera en la fría escandinavia de noticias que funcionaban más para avivar cualquier pasquín amarillista o canal sensacionalista más que para aplaudir un fenómeno cultural, todo parecía indicar un estancamiento dentro del metal negro metal, sobre todo ante la proliferación de muchachos pintados de mapache, repitiendo todos los esquemas caricaturescos que le habían dado al Black metal la mala fama y los titulares de las revistas especializadas, antes que la trascendencia musical que habían logrado el Grindcore y el Death metal dentro del metal extremo

Bueno, sorprendentemente el legado de la movida noruega finalmente toco suelo americano (o Estado Estadounidense, admitamos la ridiculez del termino Americano para los Yanquis) y se volvió uno de los epicentros de la actualidad extrema en ese genero.

A pesar de su corta existencia, Weakling, fue un grupo que en solo 3 años marcó parte de los pasos a seguir para que el Black metal del nuevo milenio pudiera por fin sacar su mugrienta cabeza debajo del agua y devolverle los años de gloria.

En fin, en paralelo con la movida francesa (Deathspell Omega empezaba sus primeros pasos un poco después que los norteños), Weakling sacaba Dead as Dream, debut y único disco de estudio de los muchachos de Pensilvania. Al poco tiempo la banda se separaría y el disco se editaría 2 años después. Su nombre viene de un tema de Swans del disco Filth y esto nos da una pequeña premisa.

Para hablar de Dead As Dream, habría que hablar claro de Burzum, de Darkthrone y ¿Tangerine Dream?.

Aunque por aquel momento se podría decir que agrupaciones como In the woods o Emperor ,en cuanto a esa suerte de experimentación y progresividad dentro del black metal, Weakling se acercaba más a las texturas soñadoras que habían patentado los alemanes, sin perder la opresividad del metal negro, algo que los diferenciaba de las bandas antes mencionadas.

Hablamos de progresividad y en efecto, las 5 canciones que componen este disco (temas que van de los diez a los veinte minutos de duración), están compuestas por los elementos más característicos: La batería a toda velocidad acompañada de los furibundos Blast Beast (con algún que otro medio tiempo), la voz chillona e inentendible, el bajo enterrado, el feedback y hasta una calidad que sin llegar a el piso ultra raw (Transivanian Hunger, te llaman) rememora aquella frialdad que varios clásicos del genero nos regalaron durante principios y mediados de los 90s.

Pero también las atmósferas soñadoras en medio de el clima de violencia gracias al uso de teclados, riffs más melancólicos y momentos introspectivos y evocadores, sin perder aquel contraste primitivo y salvaje que tiene el disco, nos transportan a un universo donde evocamos más imágenes de un pasado gris y cautivador, más que de iglesias ardientes o del satanismo de plastilina.

Queda claro que posiblemente esta nueva generación de bandas de Black metal no estén al tanto del legado de Weakling, y que la influencia principal venga del lado de bandas ajenas al genero.

Aún así, el antecedente estará para que las nuevas generaciones sepan que Dead as Drean funcionó como el paso inicial para que el legado de Fenriz y allegados sea respetado hasta las últimas consecuencias. Y si no, vayan a pintarrajearse a alguna fiesta de 15, serán bienvenidos, mientras no quemen a los presentes


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